lunes, 11 de enero de 2010
Pajero
Hace tiempo no veía al pajero por el pueblo. Tal vez algo le habría sucedido.
Y ella tenía la imperiosa necesidad de encontrarlo.
Preguntó en el almacén, pero nada supieron decirle. Se apresuró en ir a la farmacia, si estaba enfermo, seguramente habría ido a comprar algo allí.
Pero tampoco pudieron darle ningún dato.
Decidió entonces buscar su teléfono en la guía, pero no sabía su apellido, todos lo llamaban Abel, el pajero.
Espero entonces unos días más, ya que todavía hacía buen tiempo.
Por fin un día lo encontró por el camino de tierra, manejando su camioneta .
Le tocó bocina y lo llamó, le pidió que pasase por su casa esa tarde.
Él llegó e hizo sonar la campana.
Al fin, necesitaba verlo urgente: era el único que sabía separar la paja del trigo.
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