sábado, 19 de diciembre de 2009
Aceituna
Nunca fui buena. Vine al mundo para hacer sufrir.
A mi madre, después de aguantar terribles dolores de parto, le hicieron finalmente un tajo en la panza para que yo pudiera salir.
Al los dos años estaba embarazada de mi hermano, y tanto fue mi deseo que no exista, que murió al nacer .
Cuando tenía cinco años mi padre se enojó mucho conmigo, y cuando alzó su mano para pegarme, lancé un grito tan fuerte que se sobresaltó y metió la mano en el ventilador. Perdió dos dedos.
A medida que crecí el poder de mi pensamiento fue disminuyendo, pero no así mi maldad. La educación hizo lo suyo, y atemperó mi mal genio. Aunque en verdad nunca fui cruel, sólo me defendía de maldades ajenas según la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente
Es así que al terminar el colegio secundario, decidí estudiar odontología. Era una profesión que me permitiría seguir, diente por diente…Hacer sufrir a los otros sin necesidad de sentirme culpable. No era algo mal visto, era aceptado como un torturador con chapa. Me brindaba la condición de un ser temible, y hasta pagaban por ello.
No tenía sed de sangre, pero sí ansías de víctimas. Gente sufriente a la que quitarle su dolor, aunque ellos crean que el dolor lo provoca uno. Así como el fuego, que se combate con fuego. Y a veces corre sangre. Nunca fui como la condesa Báthory; ni me convertí en vampiro porque supe defenderme de los chupasangres, (excepto de los mosquitos). Necesitaba que esa especie de exorcismo de lo putrefacto culminase con la aparición del rojo elemento. Es uno de mis colores favoritos. El que inunda mis estados alterados. ¿O acaso Ud. no tiene esos accesos de furia en que se siente poseído por el diablo, y desea desgarrar algo entero? Un durazno, un corazón; para llegar al alma, al carozo. Pero tenga cuidado, diferencie. Podrá llegar al carozo, no intente morderlo; puede romperse los dientes. Como le pasó a una paciente, Carolina.
Vino un día, su boca intacta, había sufrido un accidente. Intentaba morder un carozo de aceituna, para ver que tenía adentro …¿Y qué tenía ?, le pregunté.
“Algo con sabor parecido a la aceituna”.
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