viernes, 25 de diciembre de 2009

Centro


El centro de lo centrípeto y lo centrífugo se traslada de un cuerpo a otro.
Fluye de una forma a un amorfo que se conforma en la dinámica de unión que inmediatamente se separa.
Y luego queda una resonancia, producto de esa música que sucedió. Ese sonido se va perdiendo o queda como un eco evanescente hasta el próximo encuentro entre sensibles, que mientras tanto se convierten en fantasmas que habitan en otro espacio/tiempo.
Esperan atravesar la incorporeidad construyendo puentes de palabras que vuelan sobre, entre y a través de, llevando...
¿Volar bajo como Dédalo para salir del laberinto que él mismo construyó?, o tan alto como Ïcaro, demasiado cerca del sol? O quedarse en un laberinto sin centro, esperando, la próxima improvisación, escuchando la misma respiración que resuena, suena...ena.

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